martes, 22 de diciembre de 2015

NAVIDADES TODO EL AÑO


No son pocas las veces que, cuando han llegado estas fechas navideñas, me he encontrado a mí mismo ensimismado en mis pensamientos, preguntándome por qué no puede ser Navidad todo el año.

Y no se trata que quiera estar comiendo turrones, comprando y recibiendo regalos y celebrando todos los días, sino que lo que me cuestiono es porque al oír la palabra mágica “Navidad” nos cuesta bastante menos ablandar nuestro corazón y entregarnos al ejercicio de querer sin reservas –o, al menos, sin tantas reservas- y, sin embargo, más allá de estas fechas, parezca que volvemos a enfundarnos nuestra armadura de individualismo y nuestro saco de preocupaciones y si te he visto no me acuerdo.

Es innegable que la publicidad navideña, con un propósito totalmente comercial, ha hecho un gran trabajo en cuanto a saber tocarnos las emociones se refiere. ¿A quién, por poquito que sea, no le ha conmovido la historia de Justino en la fábrica de maniquíes? ¿El fin justifica los medios? Pues probablemente no. Pero, ¿por qué no pensar en sacar partido de este estado más sensiblón que nos invade en estos días de diciembre, al que sin duda contribuye con sus fines cuestionables la publicidad y aprender a convertirlo en compañero de viaje por algunos meses más del año? No me refiero a dejar de ser lo que uno es, porque eso sólo tiene un nombre: hipocresía. Me refiero a aprender a dejarnos guiar más por el corazón que por la razón; a no permitirnos que nuestros pensamientos, nuestros prejuicios, nuestro rencor, nuestro orgullo… se antepongan en la corta distancia que nos conecta con los demás y nos enriquece la vida. Sí, las personas tenemos ese don, el de enriquecernos la vida las unas a las otras.

Si me conoces, puedes pensar que la Navidad y el haber sido de nuevo padre recientemente me han tocado la fibra sensible y me han recargado de una emotividad inusual. Puede ser, por qué negarlo. Pero me resigno a pensar que no seamos capaces de dejar de utilizar tanto la cabeza y empezar a hacer hablar más al corazón y, además, sin necesitar de una justificación externa como son las fechas navideñas.

Ojalá estas palabras que hoy dan vida a mi post, con más o menos sentido, con más o menos coherencia, sirvan para, al menos, motivar para pararse a pensar sobre el tema y, sobre todo, para pasar a la acción. Y no se necesita de grandes acciones para propiciar este cambio, basta con pequeños gestos como un abrazo, un post-it con un “te quiero” a la mujer o el hombre de tu vida, una llamada para ver cómo le va a un amigo… Imagínate la efusividad y la energía que guarda el abrazo que les damos a nuestros familiares y amigos recién entrado en el nuevo año. ¿No crees que un abrazo así nos haría empezar cada día con mucha más alegría? Por eso quiero NAVIDADES TODO EL AÑO.

jueves, 19 de noviembre de 2015

UNA VIDA ENTRE ZAPATOS, SALCHICHONES Y EDIFICIOS






¡Las veces que habré escuchado a mi padre contar cómo llegó a Elda cuando casi todavía ni había aprendido a pronunciar el nombre de su pueblo natal, Montealegre del Castillo! Es una historia que siento tan mía, que hoy, como un pequeño homenaje a mi padre, Juan Martínez, me gustaría compartirla en este post.

Nació un 17 de Julio de 1948 en la que llamaban la casa del “Rubi”, donde su familia estaba de alquiler en Montealegre de Castillo. Con tan sólo cuatro años, su familia decidió trasladarse a Elda. Los inicios no fueron nada fáciles. La casa que el poco dinero que tenían les dio para alquilar en el antiguo barrio de La Tafalera ni siquiera tenía tejado, por lo que hasta mi abuelo, Vicente, pudo reunir algo de dinero para reparar el tejado. Se pasaron más de una semana durmiendo al raso.
Durante sus primeros tiempos en Elda, las dificultades económicas de la familia eran tantas que a los seis años mi padre tuvo que ponerse a trabajar. Recuerdo que, siendo yo un niño, siempre me repetía: “Cuando yo tenía seis años ya me ganaba el pan de mi casa”. A esa edad, empezó trabajando en un pequeño taller de aparado haciendo recados y continuó trabajando en distintos talleres de calzado hasta los 16 años. Pero por dentro sentía un vacío al pensar que ésta no era la vida que deseaba y soñaba. Un día, montando hormas en la casa familiar, se enfadó y le pegó una patada a las piezas. Su padre (mi abuelo), que estaba con él en ese momento, le preguntó qué le pasaba y mi padre le contestó: “Si tuviera diez pesetas, mandaba los zapatos a la mierda y me iba a vender lo que sea por ahí”. Al día siguiente, su padre le dejó diez pesetas y le dijo: “a ver qué vas a hacer ahora”.
Con esas diez pesetas que su padre le había prestado, fue como mi padre dio un giro de 180º a su vida. 


A las puertas del Mercado Central de Elda, empezó a vender conejos, salchichones y todo aquello que podía interesar a las clientas. Le bastó un año para tener su propia caseta dentro del mercado y a los 21 ya contaba con diez puestos de carnicería donde, sobre todo, vendía productos cárnicos de origen manchego. Su empeño y tesón le habían permitido alcanzar una vida mejor, aunque no sin dificultad, ya que a las horas que dedicaba al negocio (levantándose a las 5 de la mañana para viajar hasta Murcia y Albacete para comprar carne, quedándose más tarde de las 12 de la noche para preparar embutido y dedicando los domingos a vender jamones puerta a puerta) se sumaban las dedicadas a criar a tres hijos fruto del amor con Cortes. 

Las carnicerías, conocidas como “Los Martínez”, funcionaban realmente bien, pero resultaba un negocio muy sacrificado y mi padre quería algo mejor para nosotros, su familia. Siempre había soñado con construir edificios, “cuanto más altos, mejor” y fue a los 24 años cuando mi padre empezó su primer edificio de viviendas en Elda. Un año más tarde, volvió a dar un giro de 180º a su vida, vendiendo todos los puestos del mercado y dedicándose exclusivamente a la promoción y venta inmobiliaria. Un giro que volvió a resultar exitoso porque hoy, a sus 66 años, mi padre tiene a sus espaldas más de 2.000 viviendas construidas en la provincia de Alicante, principalmente pisos en Elda y Petrer, y algún edificio en Albacete y en su pueblo natal, Montealegre del Castillo, además de haber disfrutado como un niño en la finca “Las Ramblas”, una de las mejores fincas de cultivo, ocio y caza de toda la península.

Aunque actualmente ya está jubilado, no hay día que no se pase por la empresa familiar para vernos y apoyarnos en nuestro trabajo, insistiéndonos siempre en la importancia de construir edificios de calidad, como él siempre ha hecho.

Juan Martínez, gran empresario, mejor persona y, sobre todo, un buen padre.

jueves, 29 de octubre de 2015

¿HALLOWEEN O TODOS LOS SANTOS?




Desde que soy padre, “Halloween” ha ido ganándole terreno al “Día de Todos los Santos” que, cuando era un niño, celebraba con mis padres y hermanos. Las flores que mi familia llevaba a la tumba de sus seres queridos fallecidos; los dulces típicos como los huesos de santo y los buñuelos de viento; y los abrigos que siempre estrenábamos el día 1 de noviembre, cuando el frío era frío, han tenido que compartir protagonismo con calabazas y telarañas; con gominolas con las formas más terroríficas; y con disfraces de brujas, calaveras, fantasmas y un sinfín de vestimentas monstruosas. De hecho, mi hija mayor ya tiene su disfraz listo para vivir su cuarta “Noche de Brujas”. 

Aunque “Halloween” haya entrado en mi familia de la mano de las más pequeñas de la casa,
no puedo negar que recuerdo con añoranza aquellos días de Todos los Santos con mi familia. Era un día especial que, después de una mañana de visita al cementerio, siempre acababa alrededor de una mesa con una buena comida y una larga sobremesa endulzada con huesos de santo y buñuelos de viento. Hoy debo reconocer que parte de esa forma tradicional de celebrar ya pasó a la historia. Pero, por suerte, hace unos años descubrí que, en un municipio de nuestra provincia, Cocentaina para ser exactos, las calabazas, los maquillajes sangrientos y los disfraces monstruosos no han conseguido ganarle terreno a una celebración del día 1 de noviembre cuyos orígenes se remontan a siglo XIV: la "fira de tots sants" o feria de todos los santos. En 1346, una licencia de mercado concedida por el rey de Aragón Pedro IV el Ceremonioso al conde de Cocentaina, Roger de Lauria, la convierte en una de las ferias de productos más antiguas e importantes de España. Hoy, después de 668 ediciones, constituye una fiesta declarada de Interés Turístico Nacional.



Es cierto que todavía no se ha convertido en una tradición familiar como lo era la celebración del Día de Todos los Santos cuando era niño, pero todos los años que tengo oportunidad, trato de acercarme hasta Cocentaina para perderme en su “fira” y descubrir todo lo que tienen que ofrecer los cerca de 900 expositores repartidos por las calles de su casco antiguo. Desde vehículos y maquinaria, pasando por alimentación, productos típicos, artesanía y feria de atracciones y juguetes, hasta un mercado medieval, un zoco árabe y una feria caballar, la oferta de esta feria es muy variada para satisfacer los gustos del casi medio millón de visitantes.
Con la vista y el olfato atrapados por turrones, frutos secos garrapiñados, embutidos, quesos, tartas y dulces variados, pizzas y kebabs artesanos, productos típicos de todas las regiones de España… mi añoranza de aquellos huesos de santo y buñuelos de viento de mi más tierna infancia es más llevadera.

Si después de leer este post, te animas a ir hasta Cocentaina el próximo fin de semana (30 y 31 de octubre y 1 de noviembre), te aconsejo que vayas temprano, ya que lo que más cuesta allí es encontrar aparcamiento.

viernes, 25 de septiembre de 2015

UN VALLE PARA RECORRER ANDANDO

Confieso que soy un amante del verano, de sus soleados días, de los muchos planes nocturnos entre amigos, de los momentos de playa, de las vacaciones de agosto… pero no puedo negar que, cuando el otoño se acerca, estoy deseando que el calor ya diga definitivamente adiós para empezar a disfrutar de nuevo de los planes montañeros. ¿Cómo resistirse a un domingo de ruta por la montaña seguido de un buen almuerzo de los de bocadillo de longaniza, cuando no algo más contundente como una rica carne a la brasa con una buena bandeja de patatas a lo pobre?

El espacio natural donde se sitúan las poblaciones de Elda y Petrer, el Valle de Elda, ese que ya eligieron los primeros pobladores ibero-romanos como un lugar idóneo para vivir por su situación geográfica estratégica y por su carácter fronterizo entre los reinos de Valencia, Castilla y Murcia, está rodeado, por su condición de valle, de numerosas montañas. Es cierto que nuestro paisaje mediterráneo, por lo menos el que rodea nuestros municipios, no se caracteriza por la frondosidad de sus bosques ni por el verde deslumbrante de su vegetación, pero son muchas y variadas las rutas y senderos por descubrir y recorrer y en los que disfrutar de un buen día de campo, como diríamos por estas tierras.

¿Quién, siendo de Elda, no ha subido a la Cruz de Bolón y, con suerte, el Día de la Cabalgata de los Reyes Magos, cuando una serpiente de luz alumbra la llegada a Elda de sus Majestades los Reyes de Oriente? ¿Quién, viviendo en Petrer, no ha alcanzado la cima de la Sierra de El Cid en una noche de luna llena? Sin duda, el Monte de Bolón y la Sierra de El Cid son las montañas más características de nuestro horizonte, pero, llevando la mirada un poco más allá, podemos descubrir otros parajes naturales dignos de una soleada mañana de domingo otoñal: la Sierra de Camara, el monte de La Torreta, Los Chaparrales, el Monte Bateig, el Pocico Alonso, el Pantano de Elda, el Rincón Bello, Rabosa, el Xorret de Catí, Caprala, la Sierra del Caballo…

Sin necesidad de irnos muy lejos, son muchas las excursiones de día que nos ofrece nuestro valle. Paseos que podemos hacer en familia o con amigos. Precisamente, desde hace unos años, mi buen amigo Ernesto Planelles viene escribiendo un blog, Senderos andando, en el que describe con todo lujo de detalles diversas rutas por nuestro valle, además de algunas otras para conocer la provincia de Alicante. Si te apetece disfrutar de un otoño de montaña, te invito a que visites su blog. 

Eso sí, a la hora de elegir el día, nunca olvides el popular refrán eldense “Cuando Camara se enoja, Elda se moja”, si no quieres tener un paseo pasado por agua.

lunes, 29 de junio de 2015

DE PUEBLO EN PUEBLO Y DE FIESTA EN FIESTA

Al “caloret” del verano y bajo un radiante sol, son muchos los pueblos y ciudades de cada rincón de nuestro país que celebran sus fiestas. Algunas de ellas, son sobradamente conocidas por nosotros aunque no hayamos tenido la oportunidad de vivirlas en vivo y en directo, ya que su fama ha traspasado fronteras y se han vuelto internacionales: los sanfermines de Pamplona (http://sanfermin.pamplona.es/), el descenso del Sella en Asturias (http://www.descensodelsella.com/index.php/es/) o la Tomatina de Buñol (http://www.tomatina.es/es/).

Pero, sin necesidad de irnos tan lejos de nuestro entorno geográfico, tenemos fiestas para todos los gustos. Hace apenas unos días, la capital de nuestra provincia –Alicante- vivía las Hogueras de San Juan. Una fiesta “purificadora” que no es más que el preámbulo de muchas otras fiestas que hacen del verano una época especial  para vivir de pueblo en pueblo y de fiesta en fiesta.

Es cierto que, en muchas de ellas, todavía no he tenido la oportunidad de estar, pero varias son las voces que me las han recomendado. Por ejemplo, del 24 al 31 de julio, Villajoyosa celebra sus Fiestas de Moros y Cristianos. Como parte de esta celebración, en la madrugada del día 28 de julio, tiene lugar un acto único y espectacular conocido como “El desembarco”.  Justo antes del alba de esta noche de verano, se lleva a cabo un interesante episodio  en el cuál el Ejército moro se embarca en el puerto de la ciudad mientras que el ejército cristiano espera en su campamento a pie de playa, con su artillería y su arcabucería de defensa.

El público, expectante en la playa, puede disfrutar de un espectáculo de luces, pirotecnia, sonido y fuego… recreando una batalla naval en la que participan más de 30 embarcaciones con la bandera de la media luna que, con el primer rayo de sol en el horizonte, desembarcan en la playa dispuestos para la batalla en la orilla.

En un destino un poco más lejano, en la vecina región de Murcia, muchas son las personas que me han hablado de la Cabalgata del Vino de Jumilla, prevista este año para el sábado 22 de agosto. Un divertido desfile de carrozas en el que, si tú quieres y te atreves, cada milímetro de tu cuerpo quedará rociado de vino.

Ya en nuestra comarca del Medio Vinalopó, también podremos recrearnos porque, de julio a septiembre, son muchos los pueblos que celebran sus fiestas. En julio podremos conocer las Fiestas Patronales en honor a San Abdón y San Senén de Algueña o  las Fiestas Patronales y de Moros y Cristianos de Novelda. Y en agosto,  tanto  Aspe como Hondón de los Frailes, Hondón de las Nieves, Pinoso o La Romana también nos acogerán con sus pintorescas calles engalanadas para la fiesta.

Y si llegado setiembre no has podido acudir a ninguna de todas estas esenciales fiestasJ aún te quedarán más celebraciones ya que por estas fechas, además de las Fiestas Mayores y las Fallas de Elda, Monóvar también celebra sus Fiestas Patronales en honor a la Virgen del Remedio.

Si quieres saber un poco más sobre estas fiestas, te recomiendo echarle un vistazo a la “Guía de Fiestas del Medio Vinalopó”, que puedes comprar en varios quioscos de Elda y Petrer. Ha sido precisamente esta revista la que me ha inspirado a escribir este post que espero te haya sacado alguna sonrisa ;)
            

viernes, 12 de junio de 2015

CADA CLIENTE ES UN MUNDO: LA CASA DE BLAS


Extrañamente, estaba yo solo en la oficina la tarde en que ocurrió. Sonó el teléfono y una voz femenina al otro lado de la línea quería sonarme familiar, Beatriz, según dijo, se llamaba mi interlocutora, me expresó su interés por una de nuestras propiedades en la zona de la Torreta. Me ofrecí a mostrarle la casa en cuestión, pero ella dijo que no era necesario, que ya la había visitado por su cuenta, lo cual, para ser sincero, me resultó extraño.

Beatriz, en cambio, sí que aceptó mi invitación a visitarnos en la oficina para hablar de la posible compra. Cuando esa misma tarde la vi aparecer acompañada por su novio, entendí por qué su voz me había resultado tan familiar.
Un año atrás, la pareja ya había estado en la oficina para firmar un contrato multiexclusiva para vender su propiedad aunque, finalmente la operación no se llevó a cabo.

En esta ocasión, querían contar con nuestro asesoramiento e intermediación profesional para comprar la casa de la Torreta, entre otros motivos porque, por alguna razón, no podían llegar a un buen entendimiento con el propietario. Según mi compañero Alberto, quien había captado en su momento la propiedad, el propietario de la casa, Blas, era un hombre de carácter difícil.

Al día siguiente, con algo de incertidumbre por lo que me habían contado Beatriz y Alberto, quedé con Blas. Comprobé que, si bien era un hombre algo “cabezón”, en el fondo resultaba ser un trozo de pan. Su única exigencia a los futuros habitantes de su casa era que le diesen un mes de plazo para encontrar una nueva vivienda. Y, de hecho, no hizo falta tanto tiempo. Dos días después, Blas parecía hacer encontrado ya una casa por su cuenta, para cuya compra me ofrecí a preparar el contrato sin ningún coste.

Mi sorpresa fue grande cuando, la tarde siguiente, recibí una llamada de Blas diciendo que, incluso después de haber firmado esa mañana el contrato, ya no quería esa casa. Sus motivos giraban en torno a un sentimiento de “engaño” que él sentía porque, se había dado cuenta de que la casa olía mal y él con ese olor no podía vivir.

Con 3.000 € menos en el bolsillo, Blas y su mujer accedieron a ver algunas viviendas de nuestra cartera. De las 3 visitadas, se decantaron, a mi parecer, por la que peor relación calidad-precio tenía, pese a mis consejos. No te lo vas a creer pero, el fin de semana siguiente a la primera visita y con su decisión ya tomada, la historia se volvió a repetir, Blas volvió a pensar que querían engañarle porque la casa no estaba en condiciones. ¡Vuelta a empezar!

Blas, de nuevo por su cuenta, encontró otra “casa perfecta”. En esta ocasión, y en base a lo ocurrido con las dos viviendas anteriores, me limité a organizar la firma en notaría para el martes de la semana siguiente. Pero de nuevo surgió un imprevisto, esta vez, de salud. Ese fin de semana Blas sufrió un síntoma de infarto y tuvieron que operarlo de urgencia en Alicante. Según Blas, los nervios le habían jugado una mala pasada.


Afortunadamente, la operación salió bien y Blas se recuperó para poder seguir dando guerra. Finalmente, la semana siguiente firmamos la venta de su casa. Blas se mostró sincero entonces y, entre dientes, me comentó que debió dejarse guiar por mis consejos profesionales desde el comienzo y haber comprado la primera casa que le ofrecimos.