viernes, 12 de junio de 2015

CADA CLIENTE ES UN MUNDO: LA CASA DE BLAS


Extrañamente, estaba yo solo en la oficina la tarde en que ocurrió. Sonó el teléfono y una voz femenina al otro lado de la línea quería sonarme familiar, Beatriz, según dijo, se llamaba mi interlocutora, me expresó su interés por una de nuestras propiedades en la zona de la Torreta. Me ofrecí a mostrarle la casa en cuestión, pero ella dijo que no era necesario, que ya la había visitado por su cuenta, lo cual, para ser sincero, me resultó extraño.

Beatriz, en cambio, sí que aceptó mi invitación a visitarnos en la oficina para hablar de la posible compra. Cuando esa misma tarde la vi aparecer acompañada por su novio, entendí por qué su voz me había resultado tan familiar.
Un año atrás, la pareja ya había estado en la oficina para firmar un contrato multiexclusiva para vender su propiedad aunque, finalmente la operación no se llevó a cabo.

En esta ocasión, querían contar con nuestro asesoramiento e intermediación profesional para comprar la casa de la Torreta, entre otros motivos porque, por alguna razón, no podían llegar a un buen entendimiento con el propietario. Según mi compañero Alberto, quien había captado en su momento la propiedad, el propietario de la casa, Blas, era un hombre de carácter difícil.

Al día siguiente, con algo de incertidumbre por lo que me habían contado Beatriz y Alberto, quedé con Blas. Comprobé que, si bien era un hombre algo “cabezón”, en el fondo resultaba ser un trozo de pan. Su única exigencia a los futuros habitantes de su casa era que le diesen un mes de plazo para encontrar una nueva vivienda. Y, de hecho, no hizo falta tanto tiempo. Dos días después, Blas parecía hacer encontrado ya una casa por su cuenta, para cuya compra me ofrecí a preparar el contrato sin ningún coste.

Mi sorpresa fue grande cuando, la tarde siguiente, recibí una llamada de Blas diciendo que, incluso después de haber firmado esa mañana el contrato, ya no quería esa casa. Sus motivos giraban en torno a un sentimiento de “engaño” que él sentía porque, se había dado cuenta de que la casa olía mal y él con ese olor no podía vivir.

Con 3.000 € menos en el bolsillo, Blas y su mujer accedieron a ver algunas viviendas de nuestra cartera. De las 3 visitadas, se decantaron, a mi parecer, por la que peor relación calidad-precio tenía, pese a mis consejos. No te lo vas a creer pero, el fin de semana siguiente a la primera visita y con su decisión ya tomada, la historia se volvió a repetir, Blas volvió a pensar que querían engañarle porque la casa no estaba en condiciones. ¡Vuelta a empezar!

Blas, de nuevo por su cuenta, encontró otra “casa perfecta”. En esta ocasión, y en base a lo ocurrido con las dos viviendas anteriores, me limité a organizar la firma en notaría para el martes de la semana siguiente. Pero de nuevo surgió un imprevisto, esta vez, de salud. Ese fin de semana Blas sufrió un síntoma de infarto y tuvieron que operarlo de urgencia en Alicante. Según Blas, los nervios le habían jugado una mala pasada.


Afortunadamente, la operación salió bien y Blas se recuperó para poder seguir dando guerra. Finalmente, la semana siguiente firmamos la venta de su casa. Blas se mostró sincero entonces y, entre dientes, me comentó que debió dejarse guiar por mis consejos profesionales desde el comienzo y haber comprado la primera casa que le ofrecimos.

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